La Ópera de París estudia prohibir el 'blackface', el 'yellowface' y tomar otras medidas contra el racismo

Los responsables de la Ópera de París estudian prohibir formalmente el 'blackface' y el 'yellowface' (el maquillaje teatral empleado para representar a personas negras o asiáticas) después de que 400 trabajadores, casi una cuarta parte de su personal, firmaran una carta abierta contra el racismo en el teatro. En el documento se pide además la supresión del uso de las versiones insultantes de la palabra 'negro' (que no tienen equivalencia exacta en castellano, pero que podrían traducirse como 'negrata'), que las zapatillas y mallas de los bailarines coincidan con el color de su piel, algo que ya es práctica habitual en otras compañías de ballet del mundo, y el fin del silencio que rodea al racismo. El nuevo director de la institución, Alexander Neef, ha encargado un estudio a la secretaria general del Defensor del pueblo francés, Constance Rivière, y al historiador Pap Ndiaye, que entregarán sus conclusiones sobre el asunto en el mes de diciembre. 

El documento 'De la cuestión racial en la Opéra national de Paris' ('De la question raciale à l'Opéra national de Paris') fue escrito por cinco bailarines - Guillaume Diop, Letizia Galloni, Jack Gasztowtt, Awa Joannais e Isaac Lopes Gomes -, así como por Binkady-Emmanuel Hié, de la Asociación para la influencia de la Ópera de París (Arop), a raíz del movimiento Black Lives Matter ('Las vidas de los negros son importantes') surgido en EEUU, e intenta "sacar la cuestión racial del silencio en el que se la envuelve dentro de la Ópera”. 

“La Ópera ahora incluye en sus filas artísticas, técnicas y administrativas a personas de color. Sin embargo, los estigmas de la discriminación racial todavía están presentes en la sociedad francesa del siglo XXI. La Ópera de París, una noble institución a la que servimos con pasión, no es una excepción a la regla: persisten prácticas problemáticas, ciertos discursos discriminatorios podrían combatirse con mayor eficacia y nuestros poderes artísticos aún carecen de diversidad”. 

Entre las vías para luchar contra el racismo que menciona el documento se encuentra la identificación de dificultades "integradas en el sistema de la ópera" por las que pasan las personas de otras razas  (acceso a roles emblemáticos en el repertorio, provisión de productos de maquillaje adaptados a los diferentes colores de piel, peinado de cabello encrespado, etc.); el logro de ''mayor igualdad en el acceso a trabajos y carreras artísticas, técnicas y administrativas para personas racializadas, las condiciones para la representación de obras que incluyan roles estereotipados, una reflexión sobre el “ballet blanco”, una diversificación de públicos y mecenas y una revisión de denominaciones históricas ( 'Carré des negresses' en el Palais Garnier, 'Danse des nérillons' en La Bayadère, etc.) y "de manera más general, usos que pueden haberse arraigado en el teatro y situaciones percibidas como microataques por personas de diversos orígenes". 

El tema del manifiesto tiene antecedentes en el año 2015, cuando Benjamin Millepied (coreógrafo de la película 'Cisne negro') asumió la dirección del Ballet de la Ópera de París (renunció un año más tarde). Ya entonces denunció el racismo existente en la compañía, asegurando que no se incorporaban negros al cuerpo de baile para que no desentonara el conjunto. Millepied tomó algunas medidas, como cambiar el nombre de la 'Danse des negrillon' del ballet 'La Bayadère' por 'Danse des Enfants' e impidió que se maquillara de negro a los niños que la interpretaban, como era costumbre en la compañía. En la actualidad, el cuerpo de baile de la compañía tiene cinco bailarines negros y un número inferior de asiáticos.