El barítono y director Alfonso Antoniozzi desmonta en su blog los mitos sobre los sueldos de los cantantes
Alfonso Antoniozzi (página oficial del artista)
El barítono y director de escena italiano Alfonso Antoniozzi (Viterbo, 1964) ha publicado en su blog 'Tutta la musica e'leggera' (Toda la música es ligera) la entrada 'Quei parassiti dei cantanti lirici' (Esos parásitos de los cantantes líricos) en la que intenta desmontar los mitos sobre los sueldos de los cantantes de ópera italianos. Tanto los argumentos empleados por Antoniozzi como los prejuicios existentes sobre la lírica italiana son perfectamente extrapolables a la realidad de otros países y cobran especial vigencia en estos momentos en que los profesionales de la ópera han visto cerradas sus fuentes de ingresos debido al cierre de teatros y auditorios por la emergencia sanitaria. El artículo recuerda, entre otras cosas, los gastos que los cantantes deben afrontar durante los extensos períodos de ensayo: trabajo con el pianista, viajes, alojamiento o comidas, que no recuperarán en caso de no poder cantar las funciones, ya que se cobra por actuar; la ausencia de cobertura en caso de enfermedad o desempleo o la desprotección ante los retrasos en el pago o los incumplimientos.El texto que ha publicado Antoniozzi:
"Esos parásitos de los cantantes líricos
Cada vez que se intenta poner de relieve la precariedad de nuestro sector, aquí vienen los comentarios de quienes dicen que no debemos quejarnos, que el mundo de la ópera es un mundo dorado, que somos parásitos subsidiados por el Estado, que tenemos salarios de Scrooge, que por qué dar dinero a la ópera cuando a pocos les gusta, etc.
Trataré, estricta y directamente, de explicar cómo están las cosas, tal vez logrando disipar ciertos mitos de una vez por todas.
1) Comencemos por dejar claro un concepto básico: la profesión de cantante de ópera cuesta dinero.
Calculando en promedio que hay cuarenta días de trabajo para un espectáculo, el cantante de ópera gasta en la preparación del papel con el pianista, en los viajes, en el alojamiento, en las comidas.
No, no recibimos una asignación diaria. Sí, todos los gastos son asumidos por nosotros y el Estado nos permite descargar sólo un porcentaje de estos gastos del monto imponible.
2) El cantante de ópera a menudo cobra tarde. Muchos contratos tienen una cláusula de pago de tres meses, otros contratos de seis meses. En algunos casos no se respetan las condiciones de pago. Sin embargo, nuestras facturas continúan ejecutándose, independientemente de las dificultades financieras de las Fundaciones. Existe, por supuesto, el mecanismo de la orden de pago, pero intente entablar una demanda contra aquellos que pueden seguir alimentándole y luego hablamos nuevamente. Lo hice: nunca volvieron a llamarme de ese teatro.
3) No tenemos ninguna forma de red de amortización social. No voy a seguir: ninguna.
4) Nos pagan por actuar. Lo que significa que si, por una razón u otra (resfriado, fiebre, laringitis, un tranvía pasa y nos atropella) tuvimos que cancelar una, dos actuaciones o todo el espectáculo, perderíamos dinero. Si por un caso desafortunado tuviéramos que renunciar a las actuaciones después de haber realizado todo el período de ensayos (ver emergencia COVID-19), ya que no recibimos una asignación diaria, no veríamos un euro. Los días de ensayo no se pagan: si no hacemos las actuaciones, también desaparecen del cálculo de la Seguridad Social, como si nunca hubiéramos trabajado . Todo lo que hemos gastado hasta ese día cae sobre nuestros hombros.
5) Con pocas excepciones, el pago promedio por obra de un cantante de ópera en una carrera sólida es de alrededor de cuatro, cinco mil euros por noche. Cada producción, o cada título que se escenifica, se ejecuta de cuatro a ocho noches. Ningún cantante hace las ocho, porque siempre hay dos cantantes que se alternan, lo que garantiza que la voz descanse y que el teatro siempre tenga a alguien para subir al escenario en caso de enfermedad de uno de los protagonistas.
6) El número promedio de noches para un cantante de ópera de carrera sólida es de alrededor de veinticinco por año. Lo que significa seis producciones. Si el cantante tiene la suerte de volver al sistema mínimo ganando 60,000 euros al año, esta cifra debe restarse del 15% de los impuestos, contribuciones pagadas y al menos quince mil euros de gastos de subsistencia (alrededor de 2500 por producción) y ten en cuenta que me mantengo bajo. Quedan unos treinta mil, de los cuales se debe restar el diez por ciento más el IVA a pagar al agente (un porcentaje que, gracias a Dios, se reconoce plenamente, al menos eso, en la declaración de impuestos). Digamos que al final de todo el mecanismo volvimos a unos treinta mil, que divididos por doce hacen unos dos mil quinientos euros al mes. Obviamente, si gana más al salir del régimen mínimo, la carga tributaria se vuelve más pesada.
7) No abro el capítulo 'cotizaciones a la seguridad social pagadas en el extranjero' y las dificultades relacionadas para que converjan en el sistema de cotización italiano, porque no quiero aburrirle. Solo decir que el problema existe.
8) Aparte de muy pocas excepciones, es decir, las pocas estrellas que residen en paraísos fiscales, el cantante de ópera es la única figura independiente en Italia de la que se puede decir sin lugar a dudas que paga impuestos hasta el último centavo: como somos de Fundaciones, o en cualquier caso de teatros asimilados a la Administración Pública, ni siquiera es remotamente posible trabajar 'en negro', y desde hace mucho tiempo nos hemos visto obligados a emitir facturas electrónicas.
9) El cantante de ópera es una figura altamente profesional. Contrariamente a la imaginación colectiva, no abrimos la boca y les damos aliento. Lleva años de preparación, entrenamiento constante, gran propensión al estudio, memoria de hierro, capacidad para mediar, sentido del ritmo, entonación precisa, una técnica que le permite ser escuchado sin micrófonos, nervios fuertes, aptitud para actuar. La razón por la cual en el transcurso de una carrera llegamos a cobrar ciertas cifras es la misma razón por la cual, a modo de ejemplo, un muy buen abogado con años de experiencia y un mar de casos ganados se le paga mucho más que un abogado al principio carrera.
10) Un principio que parece eludirse en Italia donde parece imperar el 'uno vale uno', es que no hay nada escandaloso en el hecho de que cualquiera que sea particularmente bueno en una profesión particularmente exigente y selectiva esté bien pagado, obviamente siempre que respete la ley pagando impuestos hasta el último centavo.
11) La ópera, incluso si no te gusta el género, recibe fondos estatales por la misma razón que otros sectores que no me interesan reciben fondos estatales: se llama 'sociedad civil'. De lo contrario, podría hacer el mismo razonamiento y decir que no entiendo por qué financiar los jardines de infantes, ya que no tengo hijos, o el deporte, ya que me aburre. Un razonamiento que no hago, porque el concepto anterior está bastante claro para mí.
Concluyo diciendo, con toda honestidad y sencillez, que si en el mundo hablamos italiano es por la ópera, que en todos los rincones del planeta Verdi es ciertamente más conocido que Manzoni o Alfieri, ese melodrama es una pequeña cosa que inventamos nosotros, los italianos, lo exportamos a todas partes desde finales del siglo XVI hasta la actualidad y que si por razones que no entiendo en nuestro país, queremos matarla somos libres. Pero ir tras los imaginarios salarios faraónicos significa atacar a toda una clase trabajadora enterrándola bajo un mar de mentiras y prejuicios e información tomada de rumores.
Pero, sobre todo, contribuye a fijar el concepto del artista = parásito de la sociedad: si lo desea, volveremos a hablar sobre los parásitos la próxima vez que te digan "serían mil con la factura pero sin ella setecientos", o cuando tu práctica se encalle durante meses en una oficina o, para volver a mi campo, cada vez que de repente recuerdas tu gran amistad con este o aquel cantante de ópera solo para entrar al teatro sin pagar la entrada".
("Quei parassiti dei cantanti lirici
Ogni volta che si tenta di puntare i riflettori sulla precarietà del nostro settore, ecco arrivare puntuali i commenti di chi dice che non dovremmo lamentarci, che il mondo della lirica è un mondo dorato, che siamo parassiti sovvenzionati dallo Stato, che abbiamo stipendi da Paperone, che non si vede perché dar soldi alla lirica quando piace a pochi, eccetera eccetera.
Tenterò, stringatamente e in maniera piuttosto diretta, di spiegarvi come stanno le cose, magari riuscendo a sfatare una volta per sempre certi miti.
1) Cominciamo col metter giù un concetto basico: il mestiere di cantante lirico costa.
Calcolando mediamente che ci siano quaranta giorni di lavoro per uno spettacolo, il cantante lirico spende per la preparazione del ruolo col pianista, per il viaggio, per l’alloggio, per la ristorazione.
No, non riceviamo una diaria giornaliera. Sì, tutte le spese sono a carico nostro e lo Stato ci consente di scaricare dall’imponibile solo una percentuale di queste spese.
2) Spesso il cantante lirico viene pagato tardi. Molti contratti hanno la clausola di pagamento a tre mesi, altri contratti a sei. In parecchi casi, i termini di pagamento non vengono rispettati. Le nostre bollette continuano a correre comunque, incuranti delle difficoltà finanziarie delle Fondazioni. Esiste, com’è ovvio, il meccanismo dell’ingiunzione di pagamento, ma provateci voi a sollevare una causa contro chi potrebbe continuare a darvi da mangiare e poi ne riparliamo. Io l’ho fatto: mai più richiamato da quel teatro lì.
3) Non abbiamo alcuna forma di ammortizzatore sociale. Non sto a dilungarmi: nessuna.
4) Siamo pagati a recita. Il che significa che se, per un motivo o per l’altro (raffreddore, febbre, laringite, passa un tram e ci stira) dovessimo cancellare una, due recite o l’intero spettacolo, perderemmo denari. Se per un caso disgraziato dovessimo rinunciare a fare le recite dopo aver fatto tutto il periodo di prove (vedi emergenza COVID-19) siccome non percepiamo una diaria giornaliera, non vedremmo un euro. I giorni di prova non sono retribuiti: se non facciamo le recite scompaiono anche dal computo previdenziale, come se non avessimo mai lavorato. Tutto quello che abbiamo speso fino a quel giorno resta sulle nostre spalle.
5) Fatte salve poche eccezioni, la paga media per recita di un cantante lirico in solida carriera si aggira intorno ai quattro, cinquemila euro per serata. Ogni produzione, ossia ogni titolo che si mette in scena, fa dalle quattro alle otto serate. Nessun cantante le fa tutte e otto, perché ci sono sempre due cast che si alternano, il che garantisce alla voce di riposare e al teatro di aver sempre qualcuno da mandare in scena in caso di malattia di uno dei protagonisti.
6) La media di serate di un cantante lirico in solida carriera si aggira intorno alle venti, venticinque per anno. Il che significa sei produzioni. Se il cantante è talmente fortunato da rientrare nel regime dei minimi guadagnando 60.000 euro l’anno, a questa cifra va sottratto il 15% di tasse, i contributi versati e almeno una quindicina di migliaia di euro di spese vive (circa 2500 a produzione), e badate che mi sto tenendo basso. Ne restano circa trentamila, cui va sottratto il dieci per cento più iva da versare all’agente (percentuale che grazie al cielo viene riconosciuta interamente, almeno quella, nella dichiarazione dei redditi). Diciamo che alla fine di tutto il meccanismo siamo tornati a circa trentamila, che divisi per dodici fanno circa duemilacinquecento euro al mese. Ovviamente se si guadagna di più uscendo dal regime dei minimi, il carico fiscale diventa più pesante.
7) Non apro il capitolo "contributi previdenziali versati all'estero" e connesse difficoltà a farli convergere nel sistema contributivo italiano, perché non voglio tediarvi. Sappiate solo che il problema esiste.
8) Messe da parte pochissime eccezioni, ossia i pochi divi residenti nei paradisi fiscali, il cantante lirico è l’unica figura di libera professione in Italia di cui si può dire senza ombra di dubbio che paghi le tasse fino all’ultimo centesimo: scritturati come siamo da Fondazioni, o comunque da teatri assimilati alla Pubblica Amministrazione, non è neanche lontanamente pensabile lavorare “al nero”, e siamo da tempo obbligati ad emettere fattura elettronica.
9) Il cantante lirico è una figura di alta professionalità. Contrariamente all’immaginario collettivo, non apriamo bocca e gli diamo fiato. Servono anni di preparazione, costante allenamento, grande propensione allo studio, memoria ferrea, capacità di mediazione, senso del ritmo, intonazione precisa, una tecnica che ti consenta di essere udito senza microfoni, nervi saldi, attitudine alla recitazione. Il motivo per cui nel corso di una carriera arriviamo a prendere certe cifre è lo stesso motivo per cui, a mero titolo di esempio, un bravissimo avvocato con anni di esperienza e un mare di cause vinte viene pagato molto più di un avvocato agli esordi nella carriera.
10) Un principio che pare sfuggire nell’Italia in cui sembra imperare l’ “uno vale uno”, è che non c’è nulla di scandaloso nel fatto che chi è particolarmente bravo in una professione particolarmente impegnativa e selettiva venga ben retribuito, ovviamente fermo restando che rispetti la legge pagando le tasse fino all’ultimo centesimo.
11) La lirica, anche se non vi piace il genere, prende fondi statali per lo stesso motivo per cui altri settori che a me non interessano prendono fondi statali: si chiama “società civile”. Altrimenti potrei fare il medesimo ragionamento e dire che non capisco perché finanziare gli asili visto che io non ho figli, o lo sport visto che mi annoia. Un ragionamento che non faccio, perché il concetto sopra esposto ce l’ho piuttosto chiaro.
Concludo dicendo, in tutta onestà e semplicità, che se nel mondo si parla italiano è per via dell’opera lirica, che in ogni angolo del pianeta sicuramente Verdi è più conosciuto di Manzoni o Alfieri, che il melodramma è una coserella che ci siamo inventati noi italiani esportandola ovunque dalla fine del secolo sedicesimo ad oggi e che se per una serie di motivi che non comprendo vogliamo ammazzarla in patria liberissimi, ma prendersela con i fantomatici stipendi faraonici significa attaccare un’intera classe lavoratrice seppellendola sotto un mare di bugie e di preconcetti e di informazioni prese per sentito dire.
Ma soprattutto, contribuisce a far passare il concetto artista=parassita della società: riparliamo, se volete, di parassiti, la prossima volta che vi diranno “sarebbero mille con la fattura ma senza sono settecento”, o quando la vostra pratica si incaglierà per mesi in un ufficio o, per tornare nel mio campo, tutte le volte che vi ricorderete improvvisamente della vostra grande amicizia con questo o quel cantante lirico solo per entrare in teatro senza pagare il biglietto".)
El barítono y director Alfonso Antoniozzi desmonta en su blog los mitos sobre los sueldos de los cantantes
Reviewed by Diario Lírico
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7.5.20
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