'El gato con botas' de Montsalvatge regresa al Real en cuatro funciones matinales

La ópera infantil 'El gato con botas' de Xavier Montsalvatge (1912-2002) regresa por tercera vez al Teatro Real en cuatro funciones matinales este sábado 1 y el domingo 2 de abril a las 11.00 y a las 13.00 horas, en el marco de la programación de El Real Junior. El montaje, coproducción del coliseo madrileño con el Gran Teatre del Liceu de Barcelona, la ABAO y la Asociación Asturiana de Amigos de la Ópera, se ha representado con éxito en distinto teatros de España desde su estreno en 2005. Con una duración de una hora y cuarto, está destinada a todos los públicos a partir de los siete años y será ofrecida con sobretítulos.

La mezzosoprano Marisa Martins encarna a la 'gata vampiresa' protagonista, el tenor David Menéndez interpreta al molinero, el barítono Gerardo Bullón al rey, la soprano Paloma Friedhoff a la princesa y el bajo Felipe Bou al ogro. Les acompañan tres bailarinas ─Cristina Arias (conejo/pájaro), Silvia Martín (conejo) y Carmen Angulo (conejo)─ y el bailarín Daniel Morillo (león), con coreografía de Nuria Castejón. La dirección musical es de Diego Martin-Etxebarria, al frente de la Orquesta Titular del Teatro Real y la escénica de  Emilio Sagi con escenografía y vestuario de Ágatha Ruiz de la Prada.



'El gato con botas' es una ópera en un acto y cinco escenas, con libreto de Néstor Luján, sobre el cuento homónimo de Charles Perrault. Compuesta en el verano de 1947, “mitad ópera bufa y mitad ballet”, se estrenó en el Gran Teatro del Liceo de Barcelona el 10 de enero de 1948. Inspirándose en los personajes travestidos de la ópera italiana del siglo XVIII, el compositor destinó el papel protagonista del gato a una mezzosoprano.



El teatro facilita la siguiente sinopsis del argumento:

"Cuadro primero
Un pobre molinero se lamenta de que sólo le haya tocado por herencia un gato. Éste le consuela suplicándole que, si le respeta la vida y le proporciona unas botas, una espada de hueso y un sombrero de hidalgo, conseguirá para él una fortuna, un reino y la mano de una graciosa princesa. El molinero accede a complacer los deseos de la pequeña bestia, que ha logrado consolarle en sus desdichas.

Cuadro segundo
El molinero acude a una cita con el gato, provisto del sombrero de hidalgo, la espada y las botas. El gato canta a lo lejos una alegre canción pidiendo su nueva indumentaria, y el molinero se la entrega. No tarda en aparecer tocado con chambergo y altas botas. El molinero asiste extrañado a la primera parte de sus hazañas, que consiste en la caza de unos conejos que mete en su zurrón.

Cuadro tercero
En el palacio del rey, pobre y sordo, al que rodea una graciosa princesa y una extraña corte. Llega el gato, al que el rey confunde con un ejército enemigo, y le ofrece los conejos como presente de un imaginario marqués de Carabás, del que dice ser el criado. El rey acepta tan delicado obsequio, mientras el gato dice a la princesa que para ella trae un mensaje en el que su amo le declara su encendido amor. La princesa queda subyugada por el calor de la misiva y por la gentileza con que se expresa el gato, y le ruega que transmita a su amo la emoción que le han causado sus palabras.

Cuadro cuarto
De nuevo en el bosque, el gato pide al molinero que se meta en el río. Muy poco convencido, el molinero acepta al fin y, cuando se sumerge en el agua, el gato da grandes voces de socorro que son oídas por el rey y toda su corte, de caza por aquellos lugares. Al saber, por indicación del gato, que el que se ahoga es el Marqués de Carabás, el rey da orden de salvarlo y pide a su chambelán que le ofrezca sus ropas. Una vez rescatado, el Molinero recibe el respeto de toda la corte como marqués de Carabás. El gato, ante el estupor del molinero, dice a toda la comitiva que visiten al marqués en su castillo.

Cuadro quinto

En el palacio encantado del ogro. Este monstruo de tres ojos y cinco pies está perplejo por la osadía del gato, que ha logrado introducirse en sus dominios, y se dispone a comerse a la pequeña bestia cuando ésta tienta su orgullo pidiéndole antes unas demostraciones de su poder. Ante la insistencia del gato, el ogro accede a convertirse en león, después en pájaro y por último en ratón; el gato aprovecha para matarlo de un zarpazo. La muerte del ogro coincide con la llegada de la comitiva real y del molinero convertido, por la astucia del gato, en marqués de Carabás y dueño del castillo del ogro. El rey, maravillado por tanto prodigio, le ofrece al molinero la mano de la princesa. La boda se celebra con alegres bailes. El gato comunica al público que su misión ha terminado y que sólo le queda tumbarse a dormir en el trono que ha ganado para su amo, el marqués de Carabás.


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